Aunque resulte difícil de imaginar, los inicios de los juegos de azar se remontan a miles de años de antigüedad. Los asirios, e incluso anteriormente los sumerios, pueden ser considerados como precursores. Para ello, utilizaban un hueso extraído del talón de animales, que tallaban para que pudieran caer en cuatro posiciones diferentes.
Esos juegos con dados continuaron su expansión hasta llegar al Imperio Romano. A pesar de que apenas se conocen las reglas que utilizaban, uno de estos juegos fue introducido en Europa con la Tercera Cruzada, hacia finales del siglo XII. Este pasatiempo recibió el nombre de “hazard”, que se traduce del inglés y francés como riesgo o peligro.
Con el desarrollo de las distintas civilizaciones, todo fue evolucionando. Y desde aquel comienzo concebido bajo la raíz etimológica de la palabra árabe “al-azar”, que significa “dado”, las variantes se multiplicaron. Allí también nació el popular juego de la ruleta, que impuso su impronta y atrapó a cientos de personas alrededor del mundo.
La pequeña rueda de Blaise Pascal
La ruleta es uno de los juegos más antiguos de la historia. Su uso no está documentado hasta bien entrada la Edad Media, aunque pasó por varias modificaciones. Si bien su origen continúa siendo materia de debate, su referencia más antigua es la denominada Rueda de la Fortuna. Para ello, la magia impactó a diversas generaciones.
El juego de la ruleta debe su nombre a Blaise Pascal. De allí proviene su denominación, que se deriva del término “roulette”, en francés, que significa “rueda pequeña”. En 1645, el matemático, ideó una ruleta con 36 números, sin el cero. Aquí ya se podía apreciar un equilibrio en la posición en que está colocado cada número.
Pascal decidió disponer los números de tal modo que tuviesen las mismas posibilidades de salir en un mismo porcentaje de probabilidades. Y, además, cuyas ganancias resultaran totalmente beneficiosas para el jugador. Como si fuera poco, la ruleta concebida por Pascal regalaba otro misterio. La suma de todas las cifras equivalía a un número mágico por excelencia: el 666.
La modificación de los hermanos Blanc
En 1842, los hermanos gemelos François y Louis Blanc realizaron un cambio fundamental. La introducción del cero en la ruleta fue un antes y después. Además de esta piedra angular, su desembarco en el Casino de Montecarlo significó una popularidad aún mayor para el juego. Incluso, esta variante se mantuvo a través de los años para convertirse en una verdadera tradición.
De esta manera, la casa obtuvo un margen del 2,7% (1/37) sobre las apuestas realizadas por los jugadores. Esta es la ruleta que se conoce hoy en día, con una probabilidad de acertar de 1/37 y ganar 36 veces lo apostado. A diferencia de la ruleta europea, la ruleta americana cuenta con doble cero, lo que aumenta las opciones por sobre el jugador.
La historia trazada por el juego de ruleta transitó por distintas civilizaciones y atravesó cambios desde sus orígenes. Sin embargo, alcanzó su objetivo de convertirse en una tradición para los juegos de azar.